eréis, lo malo de celebrar una boda pequeña es que te queda mucha gente con la que festejar después. Y en ese estadio me hallo, en un constante homenaje de copiosas comidas con amigos de las que es imposible escapar. Porque por mucho que nos guste comer – y allí yo tengo un puesto honorífico- el body a veces pide a gritos descansar de tanto trajín.